Espacios. Vol. 18 (1) 1997

Las politicas de vinculación Universidad-empresa en el contexto latinoamericano

University-firms entail policies in the latin american context

Leonardo Silvio Vaccarezza (*)


RESUMEN

En el presente trabajo se reflexiona sobre las limitaciones que presenta, en sus fundamentos, la política de vinculación Universidad-Empresa puesta en marcha en países de América Latina. Se presentan las peculiaridades que influyen negativamente en la viabilidad del fenómeno de la vinculación U-E desde la perspectiva de la universidad y las comunidades académicas, desde las restricciones originadas en la empresa y los obstáculos generados en el plano gubernamental y de las políticas públicas.

Las limitaciones descritas han configurado estrategias de formulación de políticas que mantienen el objeto de tal formulación como una caja negra cuya dinámica interna es ignorada. Se propone una concepción de la política en términos del fortalecimiento de instancias de «interfase», subrayando el papel de los actores profesionalizados de la política y relegando políticas que se orienten al fortalecimiento de las condiciones estructurales que promuevan las capacidades de éstos pare su vinculación.

ABSTRACT

In this article we reflect about the limitations that the university-firms entail policy applied in Latin American Countries confronts.

We present some peculiarities which have a negative influence on the viability of the University-Firms entails phenomenon from universities and academic communities point of view and from the restrictions created in the company and the obstacles originated by the government and public policies.

The limitations previously described, have formed policy formulation strategies which keep the object of such formulation as a black box which has an internal dynamics that is ignored.

It´s offered a conception of the policy in the fortifying of linking units, underlining the rol of the profesionalized actors of the policy and banishing policys directed to the fortifying of the structural conditions that stimulate their capacities to their entail.

Contenido


Hablar de la vinculación Universidad-Empresa en América Latina se ha convertido en un lugar común que quizá vaya perdiendo su atracción inicial. El discurso al respecto se ha desplegado al conjuro de las reformas estructurales propugnadas desde el liberalismo económico dominante en los años 80 y 90, formando parte de un pensamiento coherente en el que se conjugan:

  1. la revalorización del empresario como agente primario de innovación,
  2. la disolución del papel del estado en tanto motor del desarrollo tecnológico,
  3. el desentendimiento (relativo) de éste respecto al financiamiento de la educación universitaria y de la investigación científica, en general,
  4. el descrédito (relativo) de la investigación científica como fuente de contenidos no "utilitarios" de la cultura (el avance del conocimiento científico per se, etc.),
  5. la consigna indiscutible de que la tecnología es la fuente primaria de competitividad internacional,
  6. en este marco de internacionalización, la revalorización de la universidad como institución (¿única institución en los países de bajo desarrollo?) de "naturaleza internacional", esto es, cuya producción, pautas de organización, criterios de legitimación, orientación de la acción de sus integrantes, etc. se enmarca en un espacio internacional.

Por cierto, estos componentes reflejan cambios en las ideas básicas de cómo interpretar la dinámica social del cambio técnico. Por una parte, supone la conocida revisión del modelo lineal de la innovación y su reemplazo por un modelo iterativo, con direcciones múltiples y alimentaciones mutuas entre los términos del complejo social de innovación. Por otra parte, implica que la tecnología no es un proceso de trayectoria única sino de variabilidades múltiples, aún cuando la fuente primaria de racionalidad tecnológica -la informática- despliega un esquema monótono de tecnología aplicada a la competitividad. De todas formas, esto sugiere que un paradigma tecnológico dominante tiene la característica, quizá más que los anteriores, de permitir la búsqueda de alternativas "desviadas" de la corriente principal de producción, ya sea en la búsqueda de mayor productividad o en el diseño de nuevos productos para nuevas necesidades. Esta característica se asocia, indudablemente, a nuevas cualidades del mercado: en particular, la variabilidad de la demanda, la particularidad de nichos acotados, la rapidez del cambio en los perfiles de consumo y las preferencias, etc.

Una idea fuerte del tema de la vinculación U-E corresponde, obviamente, a la dinámica de la interacción como modelo de la innovación. Esto se deduce de lo anterior y cuestiona severamente la perspectiva previa (más propia de un modelo fordista de producción y de un estado planificador) en el que la asignación de funciones en la sociedad aparecía cristalizada en instituciones con misiones fuertemente delimitadas y no intercambiables: los centros académicos como generadores de conocimiento básico, los institutos tecnológicos estatales como productores de tecnología, las empresas como usuarias de ésta, el consumidor como ente pasivo, ignorante e indiferente de lo que ocurría por detrás del bien consumido. Quien amalgamaba la dinámica del modelo era, ya sea el "determinismo tecnológico" como proceso natural e irreductible a las decisiones cotidianas de la innovación, ya sea el estado impulsor de tecnologías cuando el poco desarrollo de la sociedad impedía la emergencia del proceso natural.

Indudablemente, este modelo no negaba la interacción pero con dos características centrales: las interacciones se ordenan en una corriente unidireccional, y se postula como condición previa de innovación más que como constitución del proceso mismo de innovación. El ya legendario triángulo Sábato tuvo el mérito de señalar la necesidad de esta condición: sin el esfuerzo del gobierno, la capacidad del centro de investigación y el interés del empresario no puede existir desarrollo tecnológico. Aunque el triángulo fue dibujado con flechas bidireccionales entre los vértices, una dirección es dominante: el estado como financiador de la I+D en los centros académicos y como estimulador fiscal del riesgo empresario en la innovación; el centro académico como oferente de tecnología a la empresa.

La idea de interacción correspondiente a la vinculación U-E es más compleja y aunque no siempre ha sido explícitada está en la lógica del fenómeno. La universidad no es un prestador monótono de saberes sino una entidad afectada, tanto en su organización como en el contenido de su producción, por la vinculación con la empresa; de hecho, la agenda de investigaciones es con frecuencia influida por la fuente de interacción empresarial (Webster, 1994) y los problemas tecnológicos puntuales estimulan nuevos campos de indagación académica. La interlocución con la empresa ha demostrado ser posible cuando existe en ésta una unidad de I+D desarrollada. La receptividad de conocimientos no se refiere a saberes tecnológicos propiamente dichos sino a información científica que puede ser procesada, intercambiada y aplicada a los problemas concretos de la planta (Faulkner y Senker, 1995). Se ha demostrado que muchos otros actores intervienen en el proceso de innovación, por lo que la interacción U-E no es suficiente para garantizar el cambio: el proveedor de equipos, la consultora privada, el actor financiero del proceso, etc. intervienen, no de manera pasiva, sino imponiendo condiciones, sugiriendo alternativas, reclamando en función de sus propios intereses; y lo mismo se afirma respecto a otros actores de la empresa: los operarios y técnicos de producción, las distintas instancias decisorias, etc.1 Los consumidores mismos comienzan a ser sujetos inteligentes del proceso de innovación, dada la mayor sensibilidad de expresión de la demanda en el mercado de bienes y servicios.

Una tesis plausible, que desarrollamos más adelante es, sin embargo, que el discurso sobre la vinculación U-E no ha desplegado el suficiente instrumental analítico para dar cuenta de estas interacciones. Y ello es particularmente cierto en el discurso - de análisis y político - en América Latina, en la cual éste adquirió una textualidad tanto más densa que la presencia del fenómeno mismo. La comparación entre los países centrales y los de la región es útil en términos de esta dicotomía. Si el fenómeno de la vinculación U-E emerge como estructuración (en el sentido de Giddens) por la interacción de sus integrantes 2, a partir del cual se elabora el discurso político y analítico, en América Latina, se formula el discurso previo a la estructuración del fenómeno en una extensión suficiente para dar cuenta de su naturaleza social.

Las especificidades del contexto latinoamericano para hablar de vinculación UE

En la literatura de la Región dedicada al tema se subrayan las peculiaridades que influyen negativamente en la viabilidad del fenómeno. Un resumen más que escueto puede ser el siguiente:

1 ) Restricciones originadas en características de las universidades y las comunidades académicas:

2) Obstáculos y restricciones originados en la empresa:

3) Obstáculos generados en el plano gubernamental y de las políticos públicas:

Esta serie de notas cuestionan la existencia misma de los términos de la vinculación: ¿existen universidades en América Latina con capacidades tecnológicas adecuadas a las necesidades del sector productivo? ¿Existen empresas con capacidad innovativa?. En este contexto, ¿existe espacio social para una política gubernamental que promueva la vinculación U-E?. Y en cuanto al contenido de las políticas económicas construidas en la prevalecencia de las variables monetarias, ¿existe verdadero interés de los gobiernos por hacer de la vinculación una pieza relevante de su política de reestructuración productiva de América Latina?

La respuesta a estas preguntas enmarca la viabilidad de las políticas de vinculación U-E. Por cierto, la primera condición a tal respuesta consiste en subrayar la heterogeneidad de situaciones en América Latina, una heterogeneidad que involucra tanto al mundo universitario como al empresarial. En uno y otro ámbito las diferencias son, seguramente, más notables que lo propio de los países desarrollados. Entre las universidades latinoamericanas son pocas las que pueden mostrar recursos de investigación y servicios científicos acordes con muchas de las demandas de conocimiento tecnológico de parte de la industria. A este respecto consideremos tres características que explican este déficit:

Nuestra tesis es que son pocas las universidades latinoamericanas -y dentro de éstas, pocas disciplinas, facultades, departamentos o centros de I+ D- que escapan a estas limitaciones, por lo que una política gubernamental de vinculación U-E no puede ignorar este déficit al punto de ofertar instrumentos (fiscales, crediticios, "culturales" o de animación) suponiendo que puedan ser utilizados por los interesados. En todo caso, tal política tiene que ser desagregada en paralelo a la heterogeneidad del sistema que se pretende atender, estableciendo consignas y herramientas disimiles según los tipos de universidad a los que se pretende llegar, o, por el contrario, resignarse a establecer una política exclusiva para las universidades con capacidades instaladas. Sin embargo, la política de vinculación, para ser lo suficientemente extensa como para legitimar su carácter de pública (no sólo por el origen de los fondos sino por la magnitud del público beneficiado) debería estar precedida o acompañada por una política efectiva y orientada al fortalecimiento de las capacidades investigativas. Pero esta compatibilización no parece ser la nota dominante en los estados latinoamericanos.

La heterogeneidad del mundo de la producción es otra restricción fuerte a la implementación de políticas de vinculación U-E. Esta heterogeneidad que tiene su primera manifestación en las diferencias respecto a las capacidades tecnológicas y productivas se expresa, también, en intereses y lógicas distintas respecto al proceso de innovación. Aún cuando la homogeneización de la política económica tienda a argumentar sobre el criterio de competitividad uniforme en un mercado internacionalizado, las empresas tienen distintas interpretaciones sobre tal competitividad según su ubicación en mercados segmentados, variadamente abiertos o monopólicos, la viabilidad de estrategias ofensivas o defensivas, la fase de adaptación en la que se encuentren, la posibilidad de manipular variables extraeconómicas, la vocación de asociación o cooperación en distintas fases del proceso productivo con otras empresas, etc.

Las políticas explícitas de vinculación se han orientado, primordialmente, hacia lo que podríamos denominar acciones radicales. Tres instrumentos clásicos ponen esto en evidencia:

a) el financiamiento de proyectos de I+D de cooperación entre el laboratorio universitario y la empresa con su variada combinación de responsabilidades de uno y otro actor, además del papel del estado. En este modelo, el objeto de financiamiento -y por lo tanto de evaluación para la asignación de recursos- es el proyecto que se supone de cierta envergadura, durabilidad de desarrollo y radicalidad en el cambio tecnológico; está fuera de concurso proyectos muy breves (cuasi-asesorias), adaptaciones menores de activos tecnológicos, desarrollo de tecnologías blandas.

b) La creación de parques tecnológicos supone, por definición, una relación estructurada y permanente entre la universidad y las empresas asociadas, y aún cuando la interacción se conciba como una dinámica con diferentes modalidades, incluyendo el asesoramiento fugaz, la relación tiende a estructurarse en base a responsabilidades de ambos tipos de actores permanentes y relativamente cerrada y monopólica.

c) Las incubadoras de empresas son, de por sí, una estrategia radical ya que implica no sólo la innovación técnica original sino también la misma creación de empresas.

Otros modelos de vinculación U-E, más eventuales y menos exigentes en compromisos institucionales de ambas partes, por un lado, y de menor capacidad tecnológica para el intercambio, por el otro, son parte del discurso de la política pero han gozado poco del favor de ésta en materia de instrumentos sistemáticos. Ello no quita que las mismas universidades no los hayan aplicado y estimulado, pero como resultado de políticas institucionales propias más que como respuesta a estímulos ciertos del estado.

Las limitaciones u obstáculos que presenta el escenario latinoamericano para la espontánea emergencia de vínculos fructíferos entre universidades y empresas son los mismos que condicionan el éxito de las políticas destinadas a su fomento. Sin embargo, estas políticas parten de un supuesto de eficacia implícita de los estímulos, obviando la heterogeneidad de las situaciones que pretenden regir y la diferenciación de intereses en juego. Si el target de la política son las empresas de primera línea internacional, la política falla al no tener en cuenta la baja "competitividad" de la universidad latinoamericana frente a la globalización de la I+D. Si el target, en cambio, es el conjunto extenso de pymes o empresas tradicionales que requieren reconversiones significativas de sus procesos tecnológicos, adaptativos a partir de situaciones muy heterogéneas, en horizontes temporales muy diversos y sobre la base de una gama muy amplia de estrategias, la política falla en la ausencia de sutilezas que expresen esta variabilidad. De hecho la política se ha formulado, a partir de sus instrumentos operativos, con rasgos demasiado homogéneos, ignorantes de los procesos íntimos de la interacción U-E que dan cuenta de su viabilidad.

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